JAZZ HISPANO. PUERTO RICO.  Ángel Canales:  «La realidad».

El músico de salsa Ángel [Luis] Canales, portorriqueño radicado en Nueva York, publica en 1976 un álbum titulado <<En San Juan [de Puerto Rico, evidentemente]>>. Su música puede ser difícil para quienes no gustan de la salsa, o no si ésta está escorada hacia el jazz latino (es como llaman al jazz hispano), como sucede en el caso de este cantante apodado, por su peculiar estilo de cantar (también poco complaciente con la comercialidad), <<el diferente>>. Al disco mencionado pertenece la siguiente canción, titulada <<La Realidad>> (aquí reproducida en un vídeo subido a Youtube por Alexander Urrutia, que la presenta así: <<Se ponen los pelos de punta con este tema [= se queda uno extraordinariamente impresionado con este tema]>> (bajo el vídeo hay un comentario que dice que esto es <<sólo para oídos educados>>, en alusión a los amantes de la salsa ya muy curtidos y predispuestos a la degustación de nuevos sabores salseros)).

La salsa clásica (la de los años 60 y 70) es un género musical de alegría y, en su caso (para los desesperados), esperanza. De eso precisamente, de la esperanza que infunde, o que puede infundir, esta clase de música (lo que la hace una buena alternativa a las drogas con las que tantas veces se busca aliviar los sufrimientos de la vida) trata la extraordinaria canción de don Ángel Canales “La realidad”,

PUERTO RICO.  Ángel Canales:  «La realidad»

LETRA DE LA CANCIÓN:

Tanto criticar. Tanto criticar a los que se nublan la mente [drogándose], si lo único que están haciendo es olvidando sus penas; estar olvidando sus deudas, y el orgullo de la humanidad.

Oye bien lo que te digo y verás que sí es verdad: que tú también nublas tu mente conmigo con facilidad.

El destino de ser pobre es trabajar sin descansar: por el cesto y el cigarro y la botella, ay… Ay, de mano en mano; ay, de mano en mano vas.

Y si conmigo no concuerdas; ay, no te debes de enojar. Esta es mi opinión privada y la realidad social. Y si tú no usas nada para tu mente nublar, ve, ponte tú y oye mi orquesta; ay, que con mi canto, que yo te voy alegrar. Oye: te juro por los huesos del perro mío –ay, que se murió ayer–, ay, que yo te alegraré.
 
Ay… Yo te alegraré. Yo te alegraré. Yo te alegraré. Oye: pero que si te encuentras solo, triste y agobiado, ponte a oír mi cantar. Yo te alegraré. Yo te alegraré. Yo te alegraré.

Oye: porque toditas tus penas por un momento quiero hacerte olvidar. Yo te alegraré. Yo te alegraré. Yo te alegraré.

Oye: que yo me amaneceré cantándote, cantándote. Yo te alegraré. Yo te alegraré. Yo te alegraré. Ay, pero que lalale, lole… Yo te alegraré. Laleee…

Yo te alegraré. (x 3)